El primer día se trataba de fijar los objetivos del novenario y nos puso tarea: “el principal objetivo de estos días de novenas será crecer en el amor a Nuestro Padre Jesús del Perdón”.
Aclaró que no se trataba de vivir la fe nueve días o cuando necesitemos de Jesús. Hay que salir bien dispuestos poniendo nuestros corazones a punto para que la fe en Él dure toda la vida, cuando nos vaya bien y no tan bien, desde que nos levantamos hasta que nos vamos a la cama cada día. En las familias, en el trabajo, siendo buenos ciudadanos. En definitiva, siendo sus testigos toda la vida.
El segundo día quiso profundizar en el rostro de Jesús, en la imagen de Dios que nos transmite Jesús del Perdón. Dijo que su imagen como padre es la más bonita que nos ha transmitido porque, si nuestros padres nos han legado la vida y la fe, Dios es infinitamente mejor que ellos. Es un padre que ama sin medida, un padre de verdad con todos. Jesús, ante todo, se sintió hijo en las manos de un Padre Bueno y cariñoso. Y citando a San Juan, dijo que, el que no ama, no tiene ni idea de Dios, porque Dios es amor. No nos ama en conjunto porque nos ama a cada uno con nuestro nombre, nuestra vida y nuestras circunstancias y no ha venido a hacernos la vida difícil sino a ayudarnos a vivirla desde el amor.
El día tercero trató de la Encarnación y predicación de la Buena Noticia por Jesús. Dijo que, esa cruz que lleva a los hombros, significa que Él ha querido compartir todo con nosotros desde su condición humana. Sabe de nuestros desvelos y problemas, de nuestra vida en familia, de los sufrimientos de las madres, porque vio sufrir a su Santísima Madre, sabe de enfermedades porque las vivió y las curó y sabe de nuestras soledades e incomprensiones porque también se sintió solo e incomprendido. En definitiva, sabe de nuestras cosas porque se hizo hombre para compartirlo todo con nosotros menos el pecado, y quiere que por medio del amor a Dios y a los hermanos, nuestras vidas sean dichosas, que seamos una buena noticia para todo el que nos vea. La mayor alegría para Él es que nos creamos de verdad que somos hermanos, amándonos y respetándonos siempre. Por último y para hacerlo más comprensible, llamó a los niños del coro y a los monaguillos y poniéndolos delante de la carroza de Jesús, tal como un día hizo Él, nos volvió a recordar que, si no somos capaces de ser como los niños, no entraremos en el Reino de los Cielos.
Nuestro Padre Jesús del Perdón, lucía impresionante en su carroza al lado de su Madre de la Asunción. Fue un día memorable, porque era muy hermoso contemplar el templo abarrotado hasta el fondo y las filas de personas esperando para confesar con los diferentes sacerdotes que acudieron para impartir el Sacramento de la Penitencia y el gran fervor y recogimiento de todos a lo largo de la celebración eucarística. Realmente nuestro Patrón tenía que estar exultante de alegría al ver la respuesta de sus hijos manzanareños, a su llamada con los brazos abiertos, para acogerlos y perdonarlos, porque somos humanos y caemos y se nos pega el polvo del camino, pero Él está y estará siempre ahí para hacer borrón y cuenta nueva de nuestras faltas.
Y de la reconciliación nos habló el predicador, que a medida que iban pasando los días se fue afirmando porque se lo ganó a pulso y nos regaló una homilía breve y concisa, pero con profundidad y capacidad de llegada a los corazones y las mentes de los que lo escuchábamos.
Nos dijo que, Nuestro Padre Jesús del Perdón, agradece nuestro gesto de pedir perdón y está contento de que lo hagamos. Afirmó que tenemos hambre de Dios y necesitamos ser mejores en nuestras vidas. Confesando nuestros pecados se lo quisimos decir. Hay que pararse y descubrir de verdad qué es lo importante en nuestras vidas y saber que, junto a Él, que siempre está a nuestro lado, llevamos las riendas de nuestra vida. Él sabe de nuestros fallos y pecados, pero también que, a poco que lo queramos, podemos levantarnos y el Señor nos estará esperando con los brazos siempre abiertos. Porque cada persona es sagrada para Dios y, solamente por eso, tenemos que aspirar a ser mejores cada día. A cada uno nos ha dado su gracia y su perdón, cada día tiene que ser nuevo y esperanzador y utilizar este regalo suyo para hacer felices a los que tenemos a nuestro lado. Terminó pidiéndonos que hiciéramos todo lo posible para que, cuando saliéramos esa noche del templo, se notara en nuestra vida diaria, cada uno en su ambiente y en su trabajo, que habíamos sido perdonados y éramos capaces de cumplir lo que afirmamos en el Padrenuestro “perdonar a los que nos ofenden”. Amén.
El quinto día, lo dedicó el predicador a la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Y comenzó su “sermón” con una clara referencia a la institución de la Eucaristía en la Última Cena del Jueves Santo. Afirmó que, Eucaristía es igual a presencia permanente y viva de Jesús y alimento que nos sacia y alimenta nuestras vidas. En el gesto de lavar los pies a sus discípulos nos quiso dar una lección a imitar, de humildad y servicio, porque Eucaristía, amor y servicio a los hermanos van siempre unidos. Es un modelo de vida y seguimiento de Jesús que subió al Calvario y se entregó por nuestra salvación. La Cruz y la resurrección están presentes en nuestras vidas. No hay Viernes Santo sin Domingo de Resurrección. Los momentos de cruz y sufrimiento se entrelazan con los de gloria y felicidad en nuestras vidas y todo lo hace suyo Nuestro Padre Jesús del Perdón. El sacrificio y el dolor no tienen valor si no cargamos con nuestra cruz por puro amor. Jesús, con la Cruz, es la expresión máxima de amor que ha habido. Lo que es importante es lo que más cuesta en la vida. Hay que llevar la cruz cargada de amor. Pero insistió en que no hay que quedarse en la Cruz porque, Jesús resucitó y ese es el acontecimiento más importante. La palabra de Jesús es palabra de vida, de gozo y de amor. Y nuevamente puso tarea o estableció el compromiso con el que debíamos salir de la Novena: Jesús nos pide que seamos personas que sembremos vida y resurrección allí donde estemos. Nada de ira, rencor, sufrimiento… Debemos ser cireneos para nuestros hermanos cuando nos necesiten e invitarlos a ser plenamente felices.
Sexto día y una pregunta: ¿Dónde nos espera Jesús además de en su ermita?
El primer espacio es la oración que es igual a diálogo con Jesús, relación viva y personal con Dios, modo de darle gracias y hablar de amor con quien nos ama. En la oración no se trata de repetir una fórmula aprendida, hay que poner nuestra vida, contársela al Señor, porque la va a llenar de sentido. Él siempre nos escucha. Debemos pedirle, sobre todo, la fuerza y el Espíritu Santo, para llevar cada día nuestra Cruz y ser mejores seguidores suyos desde el amor. Hay que pedirle, como lo hace un hijo a su Padre.
El segundo espacio es la Iglesia, porque Él no quiere que vivamos la fe solos o apartados del mundo sino en la gran familia de sus hijos. Tenemos que aceptar la fe de la Iglesia, sus sacramentos, la buena noticia del Evangelio. Debemos sentirnos creyentes en la Iglesia y desde la Iglesia. Nuevamente un compromiso para ese día y para todos nuestros días: 1º) Todos los días hay que orar para pedirle y darle gracias a Nuestro Padre Jesús del Perdón y 2º) Mirando su imagen caminar en la aventura de la Iglesia.
Comenzó el séptimo día, dedicado a las enfermedades y el dolor, con la parábola de la playa, donde contó la historia de aquel que caminaba por la playa y veía en la arena sus dos huellas y las dos de Jesús a su lado, pero, en los malos momentos, solo veía dos huellas. Entonces pensó que el Señor lo dejaba solo en los momentos de dolor, hasta que Jesús le aclaró que, precisamente entonces, las huellas eran las del Señor que lo llevaba en brazos. Dirigiéndose a Agustín Trujillo, Hermano Mayor de Jesús del Perdón, que ha pasado por momentos difíciles gracias de Dios superados, le indicó que esta reflexión la había preparado especialmente por él. Y dijo que, en los momentos de mayor dolor y sufrimiento, el Señor nos lleva en sus brazos. Afirmó que Dios no nos quiere esclavos y nos ha hecho libres para usar nuestro cuerpo como mejor consideremos. La enfermedad, normalmente es consecuencia del buen o mal uso que hagamos de nuestro organismo. También nos ha creado pacíficos, pero la violencia es fruto del mal uso de nuestra libertad. Ha creado los bienes necesarios para el sustento de todos, pero la injusticia y la miseria son producto del mal uso de la libertad. Dios no causa el mal. La enfermedad y la muerte pertenecen a nuestro propio ser humano. Él sabe mucho de dolor y sufrimiento porque lo padeció. Por eso estas situaciones hay que llevarlas con amor a Él, porque está unido a nosotros en los momentos difíciles y nos invita a que sigamos su ejemplo y cojamos nuestra Cruz porque nos envía la fuerza para soportar los momentos amargos. El compromiso de este día fue estar atentos para ayudar a nuestros hermanos a llevar la cruz en los momentos difíciles de cada día; en los momentos de soledad, enfermedad, dificultades, dolor, abandono, necesidad…
El octavo día de la novena fue sábado y hablar de sábado es hablar de María. El predicador se propuso hablarnos de la Madre de Nuestro Padre Jesús del Perdón. De nuestra Madre del cielo. Para terminar haciendo un canto y un homenaje de gratitud a todas las madres y mujeres manzanareñas. Por eso comenzó poniendo a los pies de Jesús a todas las madres y a las mujeres manzanareñas.
Inició su homilía diciendo que, para un hijo, su madre es lo mejor del mundo. En la casa que está la madre en el centro, reina la paz, el amor y la alegría. María aparece poco en el Evangelio, pero de una manera muy decisiva, como en el pasaje de la Anunciación en el que no dudó en dar su sí a Dios, el mismo sí grande y firme al amor que hemos de dar nosotros, porque es lo más importante. Un sí a la familia, al esposo, a los hijos, al trabajo, al proyecto que el Señor tiene para nosotros, que no es otro que el de que seamos felices de verdad y vivamos una vida en plenitud y con gozo.
Mencionando a María Santísima de la Esperanza, dijo que mirar a María supone ser hombres y mujeres de esperanza a pesar del pesimismo reinante. Cualquier imagen de la Virgen representa a una mujer gloriosa y triunfante, pero hemos de pensar en que ella también pasó por la incomprensión, el destierro, la soledad, la viudez y al final padeció, junto a Jesús, la muerte de su Hijo.
María es la mujer que, a pesar de todo, fue fuerte y se fió de Dios, porque sabía que el amor siempre triunfa sobre la muerte y el odio.
Jesús del Perdón no deja de dar, con su mirada, la fuerza y la esperanza necesarias para seguir adelante.
A imitación de María pidió a los y las presentes su compromiso de entrega y servicio como el de Ella, siempre atentos a las necesidades de los demás, siempre humildes. Tenemos que ser personas que corramos hacia aquellos que necesitan nuestra ayuda.
Para terminar, nos dijo que María es el mejor camino para llegar a Dios. Como en la Cruz a Juan, Nuestro Padre Jesús, siempre nos está mostrando a nuestra Madre.
El noveno y último día anunció que iba a tratar sobre el seguimiento que hemos de hacer de Jesús y empezó de desgranar la forma en que podemos, como discípulos suyos, seguirle en nuestras vidas.
La primera pista sobre ejemplo de seguimiento son las Bienaventuranzas, el espejo en el que hemos de mirarnos cada día, si queremos ser sus seguidores.
Segunda pista, la parábola del Buen Samaritano. Hay muchas personas de nuestro pueblo al borde del camino a causa de la soledad, la miseria, el dolor, etc.
Tercera pista, el Juicio Final en el que inevitablemente se nos examinará del amor. El Señor nos preguntará: ¿Cuánto has amado a los demás? Ojalá nos presentemos ante Él con las manos llenas de acciones y buenas obras. Con las manos llenas de amor.
Cuarta pista de seguimiento, en la Iglesia y en el mundo en que se desarrollan nuestras vidas. La Iglesia es nuestra gran familia a la que acudir y en la que hemos de participar, la que nos facilita los Sacramentos y es la institución creada por Cristo, que nos facilita la salvación.
Quinta pista, en la vida de familia, por la que hay que luchar para hacer nuevo cada día el amor que prometimos a pesar de las dificultades, cruces y sufrimientos; en la vida de cada día, en la vida de trabajo, tanto si se es empresario como trabajador, Nuestro Padre Jesús del Perdón nos pide que entendamos el trabajo como un servicio que hay que hacer bien. Ahí es donde habitualmente vamos a vivir el seguimiento a Nuestro Padre Jesús del Perdón.
A los jóvenes les dijo que Jesús del Perdón los quiere y les pide responsabilidad en los estudios y en sus relaciones de pareja o con los amigos.
Y a las personas mayores y jubilados: “Nuestro Padre Jesús del Perdón pide que seáis ejemplos vivos de valores humanos y cristianos que tanto necesitamos en esta sociedad”
Antes de las ocho, había mucha gente que ya había cogido su sitio desde el que asistir a la Misa de Hermanos que este año presidió Don Luís El sacerdote nos habló en su homilía del significado de la celebración, de la cruz y del dolor y se felicitó de la cantidad de confesiones que se dieron durante el novenario, como gracia especial que Nuestro Padre de Jesús del Perdón nos concede.
A las once de la mañana, con las autoridades locales presididas por nuestro Alcalde, pregoneros 2008 y 2009, hermandades y cofradías incluyendo representantes de la Virgen del Espino de Membrilla y el templo repleto de fieles manzanareños, dio comienzo la función solemne en la que presidió Don Francisco Callejas Sánchez, estando acompañado en el presbiterio por diez sacerdotes, hijos algunos de Manzanares y otros como si lo fueran por su proximidad y cercanía a nuestras Parroquias de Manzanares. La Eucaristía fue muy participada y vivida por todos. En el ofertorio además de las flores, los productos de la tierra y el pan y el vino, la Hermandad, sintiéndose solidaria con los necesitados, ofreció dinero para engrosar el ingreso que va a efectuar al fondo diocesano de solidaridad que ha creado nuestro obispado para atender las necesidades de los afectados con motivo de esta crisis económica, que está asolando nuestro país y, muy particularmente nuestra Diócesis. La última ofrenda, muy emotiva, fue llevada de la mano del Hermano Mayor, Don Agustín Trujillo Martínez, que impuso al Predicador, que ya es hermano desde niño de la Cofradía, una medalla especial para que siempre recuerde el agradecimiento de la Hermandad por esta Novena que ha predicado y que, a buen seguro, tardará en olvidarse. Ambos se fundieron en un abrazo y los presentes prorrumpimos en un aplauso.
Con anterioridad comenzó su homilía manifestando el orgullo de estar ante los manzanareños todos estos días de novenario y en el día grande de Manzanares en que teníamos puestos los ojos en nuestro Patrón. Doscientos años después, Él sigue fiel a esta ciudad con su mano tendida a cada uno de sus vecinos. Con la cruz a cuestas nos da un abrazo particular y pide que creamos que nos quiere con un amor total y gratuito y desea que crezcamos en la fe y en el amor. Nos dice que hay pocas cosas importantes en la vida, pero, sin duda, la más importante es el amor. Cada día no es uno más, es una oportunidad que se nos ofrece de hacer felices a los demás. Él sabe de nuestros deseos, de nuestra ilusión por construir un pueblo, una ciudad mejor, para hacer presente desde nuestros ambientes el Reino de Dios. Nuestra vida tiene sentido desde la fe que tenemos en Jesús del Perdón. Se acordó de los que llevan la cruz de la enfermedad, el sufrimiento, la injusticia, el dolor que Él comparte, los hace suyos y sufre con nosotros. Terminó indicando que Nuestro Padre Jesús del Perdón nos pide que seamos felices de verdad y cada día construyamos una vida y una ciudad nueva.
Finalizando la Eucaristía, Don Luís, desde el ambón dio gracias a todos, comenzando por sus hermanos sacerdotes presentes y muy especialmente al predicador, que antes de la oración final y la bendición, se puso a disposición de sus paisanos y dijo que estaría dispuesto a comenzar de nuevo porque estos días habían pasado en un suspiro y se sentía feliz de haberlos compartido con Nuestro Padre Jesús del Perdón y con todos los manzanareños.
Durante los siete primeros días estuvo con nosotros, con sus canciones y su buen hacer, el Coro Parroquial, que cada día introducía nuevas canciones que nos ayudaban a rezar y a acercarnos con el corazón a nuestro querido Padre. Gracias amigos y que el Señor os lo premie.
El día 12 estuvo la Coral Mater Assumpta, el 13 el Grupo Airén, y el 14 Mansil-Nahar por la mañana y, el Coro de la Escuela de Música Guillermo Calero en la función solemne. Todos ellos nos regalaron sus cantos y su buen hacer y contribuyeron a mostrarnos un pedacito de cielo aquí, en la Asunción de Manzanares.