Cultos

Novenario a Nuestro Padre Jesús del Perdón 2012

Predicación: Don Luis Eduardo Molina Valverde

El predicador de este año ha sido don Luis-Eduardo Molina Valverde, joven sacerdote manzanareño que hace dos años dirigía los Ejercicios Espirituales de Cuaresma en la Parroquia de la Asunción, que hace unos días, predicó el Triduo a Santa Beatriz de Silva, y que ostenta el cargo de Vicario de la Parroquia de Santa María la Mayor, de Daimiel y, uno de los mayores expertos en Patrística de nuestra Diócesis. 

Día Primero. – LA BÚSQUEDA.

El pueblo de Israel buscaba insistentemente a Jesús y en el pasaje del Evangelio del día (Lc 4, 38-44), lo vieron curando, expulsando demonios, orando en soledad y lo vieron predicando.

La búsqueda de Jesús es la del que busca a Dios constantemente, sin considerarlo una posesión; es seguir indagando cada día para saber quién es Dios, tan grande y desbordante. 

Y concluyó anunciando que a lo largo de esas noches nos propondría una serie de meditaciones desde el Evangelio de San Lucas.

Día segundo. – LA MIRADA. (Lc 5, 1-11)

“La Palabra de Jesucristo reunía a grupos numerosos de gente, que se agolpaban para escucharlo; pero lo que importa en esta ocasión es la relación entre Simón y Jesús, de persona a persona. Jesús le pide que eche las redes a destiempo y él se fía y le dice: “…pero por tu Palabra, echaré las redes”. Se fía de Él, está dispuesto a trabajar nuevamente porque Él se lo pide, porque Jesús lo mira y le pide que regrese al trabajo.

Aquellos ojos son los que nos miran a cada uno. ¿Adónde miran, a quién miran, cómo mira Jesús del Perdón? ¿Mira a un pueblo? ¿A todos en general? Yo quiero para mí su mirada, porque nos mira a cada uno y en ese mirarme, a la Humanidad. Dios no es amigo de lo global, de lo genérico. Dios mira siempre a cada uno en lo que somos. Con nuestros proyectos, ilusiones, historia personal; también con nuestros pecados.

Tercer día. – LOS ODRES, EL VINO Y EL BARRO (Lc 5, 33-399

Comenzó hablando de los odres y del vino que esconde en su interior, de la calidad de ese vino, que no se conoce hasta que no se cata, para desembocar en nuestro origen: la tierra, el barro.

Dios nos modeló con sus manos; no nos hizo de más calidad que la tierra, pero nos hizo hombre y mujer. Escogió solamente barro, pero un barro llamado a ser eterno, a tener gloria de felicidad eterna. Somos tiempo, necesitamos ir madurando poco a poco y dejar que Dios actúe sobre nosotros, para dejarnos hacer, como el artesano que quiere que su obra alcance esplendor, porque Dios nos quiere como algo precioso y único ante sus ojos.

Día cuarto. – LA MADRE.

Los brazos de la Madre descansan con el peso del Hijo. Ella hace y Él se deja hacer. El arte de la maternidad es, principalmente, cosa de peso de brazos, con oficio de intérprete que aprende a conocer qué necesita el pequeño en cada momento. Llegará un día en que el Niño tenga que sostenerse por sí mismo y entonces habrá brazos de Madre para sujetar los suyos y facilitar que aprenda a dar los pasos primeros y, más tarde, manos y brazos para seguirlo en la distancia, porque los brazos de la Madre nunca descansan y tienen que dejar hacer al Niño. Tendrá el anhelo de estrecharlo en sus brazos, pecho con pecho, pero esto sería a costa de tenerlo siempre Niño; debe crecer, por eso los brazos de Madre que no quieren arrebatar ni historia, ni libertad, se tenderán comprensivos, pero sin avasallar, firmes, pero sin violentar, dulces pero sin aniñar.

Quinto día. – EL SILENCIO – LA PALABRA. (Mc 7, 31-37)

La buena palabra está hermanada con el buen silencio. En este mundo, tan importante es tener palabras acertadas como silencios oportunos. El silencio es el tiempo del Espíritu Santo, de fecundidad en el que recibe. Se siembra, se cultiva y se anticipa la recolección en esperanza. Es la oportunidad para escuchar a Dios que habla, por Él siempre habla en personas, acontecimientos, sentimientos y, de manera muy especial, en la Escritura Sagrada. Quien quiera hablar a Dios que rece. Quien quiera escucharlo que lea la Sagrada Escritura. Dios pondrá la palabra oportuna a la boca a la hora de hablar. Es Él quien tiene la primera iniciativa.

Sexto día. – IMAGEN DE LA IMAGEN. (Lc 6, 6-11)

El sábado era un tributo al trabajo, con el que se gana el pan cotidiano, pero también disfrute del propio descanso, donde se deja el esfuerzo y se deja ver que no hay angustias para enriquecerse. No hay que hacer del trabajo una actividad meramente para la posesión, para el enriquecimiento.

El sábado es un descanso religioso, un día dedicado para Dios, un día reservado para la relación con Él, para mostrarle la fidelidad.

Séptimo día. – DE DOCE A UNO. (Lc 6, 12-19)

Jesús, por el camino hacia el Gólgota fue perdiendo compañeros, empezando por Judas, que sufrió del pecado de impaciencia para la salvación, porque quería un mesías militar y se encontró con un Hombre todo amor, al que traicionó y, tras darse cuenta del mal, no se arrepintió y se condenó a sí mismo, continuando por Pedro que cedió al pecado de la cobardía, aunque en este caso hubo lugar para el arrepentimiento, para las lágrimas y siguiendo por el resto de los apóstoles, que reflejan el pecado de los muchos, a excepción de Juan que estuvo al pie de la Cruz hasta el final.

Octavo día. – LAS BIENAVENTURANZAS

Las bienaventuranzas encandilan. Exhalan tanta novedad que es como si fueran un ramillete de flores con encantos de color y fragancia. Son un compendio del mensaje evangélico; son un resumen de la Nueva Ley, si las arrastráramos hacia nosotros, nos traeríamos el Evangelio completo. Cristo condenado y acarreando el madero provoca también encanto de bienaventuranza, sentimientos piadosos por dentro; hasta nos pueden entrar deseos de dar un brinco para subir a su camino del Calvario y hacerle compañía subiendo donde Él subió y contemplarlo con pena, pero verlo sereno a pesar del sufrimiento. 

Noveno día. – MEDIDA DE CRUZ (Lc 6, 27-38)

La medida que nos ofrece Cristo es de buena madera de la cruz, y marca la referencia para aquellos que quieren converger en los cuatro puntos cardinales y que recibimos el nombre de cristianos. Por eso tenemos que hacer memoria de lo que significa Jesucristo llevando la cruz y luego crucificado abrazado a esa misma cruz.

Hacia el siglo IV, cuando el cristianismo estaba pasando por los últimos tiempos de persecución, surge el emperador Constantino que ve en el cielo una señal con forma de cruz y con la cruz una voz que le dijo que con ese signo vencería. La cruz como signo de victoria. Grabó una cruz en el escudo de sus soldados a modo de talismán y venció aunque, sus tropas eran de menor número. El imperio puso la cruz como referencia y a partir de entonces cambió el tema de las persecuciones

Día décimo. – FUNCION SOLEMNE. – Tanto amó Dios al mundo… (Jn 3, 13-17)

Las palabras de Jesús no se recogieron en los Evangelios para detenerlas en las letras. Cuanto más quietas, más serán de museo, más ineficaces. Por sus palabras no se dirigían solo a los discípulos. Allí cambiaron corazones y permanecieron, se quedaron con ellos y todavía podrán decirnos algo. Mientras a algunos les resbalan a otros se les meten dentro como la semilla en tierra buena. El Sembrador no ahorra esfuerzos en arrojar semilla de Palabra que seguirá actuando poco a poco a ritmo de grano. La palabra de Jesús, viva, dará vida a quien quiera vivir y apenas rozará a quien ponga resistencia.

Y la Palabra tomó carne de talla, de imagen que brotó de la escucha del Evangelio y se hizo madera con destino hacia la carne. 

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