Madre

¡Qué bonita palabra!

El tiempo, en su lento e inexorable discurrir, nos va atrapando, nos va llevando de su mano hacia un final previsible, aunque no datable. Somos instrumentos necesarios y prescindibles, en manos de nuestro Creador.

Porque, ¿cuántos han pasado, caminado y llegado a la meta final, en esta agrupación de fieles que es nuestra Hermandad? Y ¿qué queda? Mucho. Mucho más de lo que podemos imaginar, todos y cada uno de los mortales que participamos y servimos este hermoso proyecto, inacabado siempre. Y ¿quién nos ayuda y da fortaleza, tanto en los momentos de escasez, como en los de abundancia? Nos ayuda ella, LA MADRE, la que nos acoge a la llegada y nos acompaña en la partida.

Es de suponer que, habréis captado que nos estamos refiriendo a NUESTRA MADRE, LA SANTÍSIMA VIRGEN. Que cuál. Es igual, porque en Manzanares tenemos muchas advocaciones marianas y en nuestra Hermandad… unas cuantas. Pero, seamos serios. Nos referimos, en este casa, a la Santísima Virgen de la Esperanza, de la que acabamos de celebrar su función solemne y besamanos, alargado este año y ojalá que se vuelva costumbre, del 13 al 18 de diciembre. Cientos, miles de fieles, se han puesto a sus pies y le han besado las manos incontables veces.

Además, este año, para quien sea curioso o curiosa, ha estrenado un precioso fajín, a la par que un dosel que ha engrandecido su figura y seguirá engrandeciendo nuestras imágenes, cada vez que bajen de sus respectivas ubicaciones. Una preciosidad, que os dejamos, con una galería de imágenes obtenidas por Carlos Caba, para esta ocasión especial. Porque, no nos engañemos. Cada año es igual, pero es distinto siempre. Porque nos gusta celebrar a Nuestra Madre del Cielo y que luzca lo más bella que seamos capaces de imaginar, siempre con los medios de que disponemos, escasos pero suficientes, para decirle: MADRE, TE QUEREMOS.

Este año, otra novedad, agradecida: Tenemos nuevo Consiliario en la Hermandad. Nuestro nuevo Párroco, don Benito Huertas Sánchez, presidió la celebración eucarística del 18 de diciembre, en la que, diversos miembros de nuestra Junta de Gobierno, procuraron desempeñar los distintos ministerios al servicio del altar. Don Benito, en su homilía, nos introdujo en los personajes de Jesús y María, por medio de Mateo 1, 18-24; una joven, casi adolescente, convertida de pronto en la futura madre de Dios y un hombre, un sencillo obrero, que, por mor de los designios de Dios, se presta para ser el padre del Hijo de Dios. Quizás, si nos propusieran algo de esto a uno de nosotros o nosotras, saldríamos corriendo. Al término de la misa, tuvo lugar el tradicional besamanos a la Virgen de la Esperanza y el regalo de una bonita estampa por parte de la Hermandad. Y, después…

Por cierto, las cosas por su orden. Durante toda la misa, nos acompañó la Coral Polifónica Mater Assumpta, que realizó unas interpretaciones magníficas de música litúrgica. Tras el besamanos, pasaron a la escalinata al pie del presbiterio y allí nos regalaron un bello concierto de alrededor de una decena de villancicos navideños, que fueron muy del agrado del público asistente y que remataron, como es tradicional, con el Adeste Fideles.

Y para conclusión del tema inicial, dejar un último apunte: Por muchos o muchas que pasemos, por muchas novedades que aportemos, nunca, nunca, nunca… dejarán de surgir cosas bellas y nuevas en esta bendita casa que es la Ermita de la Vera Cruz. Será interminable la lista de innovaciones, pero nunca, nunca, nunca… podrán competir en belleza, en cariño y en alegría, como la que produce nuestra MADRE MARÍA, de la Esperanza, Misericordia, Cabeza, Perpetuo Socorro, etc. GRACIAS MADRE.

Les dejamos unas imágenes de la celebración eucarística del 18 de diciembre y una imagen, de alguien que no hemos mencionado, pero que siempre está presente: Nuestro Padre Jesús del Perdón, con su nueva cruz para la Ermita, a imagen y semejanza de la de procesión, que estrenó ese día, gracias a la generosidad de un donante anónimo.