Lámpara es tu palabra, Señor, para mis pasos
Misa homenaje bodas de oro y diamantes de los hermanos cofrades
No es que queramos apropiarnos, para nosotros, esta hermosa frase del salmo 118, pero es que, la tarde-noche del 27 de agosto, en que, como Hermandad, celebramos los 50 años de 14 hermanos y los 75 de otros 3, el evangelio nos traía, para meditar el relato de las vírgenes torpes y las prudentes, con el conflicto de sus lámparas de aceite y, además de comenzar nuestro particular curso pastoral, como siempre, el último viernes del octavo mes del año, tuvimos la agradable sorpresa de que acudieron casi todos los homenajeados, con toda la ilusión del mundo, a recoger los humildes atributos, con los que la Hermandad los distingue y señala como ejemplos y luces en las que fijarse como espejos de seguimiento y fidelidad, de fe viva de unos hombres que, lo quieran o no, son, a día de hoy, santo y seña en los que mirarnos y de los que aprender cuando flaqueemos y pensemos que esto es siempre lo mismo, sin darnos cuenta de que Dios nunca se muda y espera que nos demos cuenta de su amor y atención hacia todos sus hijos, al margen de sus filiaciones o devociones. Dios es siempre fiel y nos pide que correspondamos de igual manera, según nuestras posibilidades y capacidades.
Los homenajeados, a los que don Benito les recordó que aquí no acababa el camino, sino que tenían que continuar, con mucha más fuerza que hasta ahora, siendo ejemplos vivos de lo que como cofrades y, sobre todo, como cristianos, debemos ser todos, se llaman José, José-Antonio, José, Ramón, José, Antonio, Francisco, Alfonso, Fernando, Jesús, Miguel, Francisco, Agustín, Gabriel, Pedro, Agustín y Ángel y recibieron, de manos del sacerdote la medalla o placa y del Hermano Mayor, los de 50 años de antigüedad, un pergamino acreditativo de tal efeméride y, a pesar de la mascarilla, necesaria y obligatoria en el interior del templo, se podía apreciar a unos emocionados, a otros llorosos y los más, casi todos, orgullosos de llegar a este momento, solemne donde los haya para un cofrade de Nuestro Padre Jesús del Perdón y María Santísima de la Esperanza.
Nuestra más sincera enhorabuena a todos y cada uno, presentes y los escasos ausentes de esa noche y que muchos años podáis lucir, con orgullo, los atributos que se os entregaron ese viernes por la noche, en presencia de familiares y amigos, algunos de ellos a las puertas de recibir igual distinción en próximos años, muy deseada y esperada para todos.