Resultó notorio, en el primer tiempo de 1816 y, tras tener el informe médico en sus manos, a fecha de 23 de febrero de 1816, que, D. Pedro, se encargó de ir comentando en el cabildo manzagato y en las instancias oportunas del Priorato, en Almagro, su muy precario estado de salud, algo que ya delataba su aspecto adelgazado y macilento, que D. Pedro, astutamente, tuvo particular interés en que algunos de los que le oyesen, supieran de sus propias sensaciones personales de enfermedad, quejándose amargamente ante ellos (algo chocante con su carácter y trayectoria) de su debilidad y de sus dolores por todo el cuerpo, con muchos trastornos digestivos.
Bien sabía Sotomayor, que los “enemigos íntimos”, que, por envidia, desvarío o deseos de poder personal, tenía en el Cabildo de Manzanares o en la sede almagreña del Priorato, serían los primeros en propalar su mal estado de salud, en su pérfido interés y deseos de apartarlo de sus vidas y áreas de influencia, por lo que D. Pedro decidió “transformar” esas maldades en beneficio propio, en una muestra más de su inteligencia natural. Y tal como lo supuso, ocurrió; tanto en Manzanares, como en Almagro, los mismos que lanzaron las insidias que le pusieron en el punto de mira del Santo Oficio, se encargaron de hacer llegar al Consejo de Ordenes y a gentes relevantes de la Corte Real, su “preocupación” por el estado del Prior Sotomayor, a lo que solían añadir, subrepticiamente, sus dudas particulares sobre la capacidad que le quedaba, para poder asumir plenamente y con solvencia, el trabajo de las numerosas obligaciones a su cargo.
Ciertamente, esos comentarios preocuparon a las más altas instancias de la Orden Calatrava. Algunos de los propaladores de estas noticias, continua D. Cosme, es seguro que se “relamían de gusto” y que actuaron así, difundiendo dimes y diretes sobre la salud de D. Pedro, pensando que sería apartado de sus cargos en un tiempo próximo. Lo que no suponían, ni por asomo, es que D. Pedro los estaba “utilizando”, precisamente para eso, para lograr lo que era su objetivo, adelantar al Consejo de las Ordenes algo de ese mal estado de salud suyo, antes que tuvieran en su poder el contundente informe del doctor Dauxá y el nuevo escrito de renuncia al cargo de Prior de la Orden de Calatrava y su Sacro Convento, que había decidido remitirles para su consideración.
Sotomayor, en su estrategia, convirtió en “aliados” de su idea a sus “enemigos íntimos”. Y toda esa estrategia, urdida por Sotomayor, funcionó a la perfección para lograr su objetivo de renuncia al Priorato de Calatrava, tal como le voy a relatar seguidamente, mi querido reportero, D. Pedro, continúa D. Cosme, elaboró un escrito brillante, adaptado a su petición de renuncia, que basó en las recomendaciones médicas, no sin antes comentar sus intentos previos de renuncia, al tiempo que recordaba al Consejo de Ordenes, que se plegó siempre, con respeto y obediencia a las decisiones del Consejo contrarias a esa pretensión de renuncia al Priorato de la Orden Calatrava y de su Sacro Convento.
Todo ese preámbulo, predispuso a la gente del Consejo de Ordenes a favor de atender la nueva petición de D. Pedro, que suponían estaría motivada en su mal estado de salud, por lo que ya conocían de los comentarios que le habían llegado de la gente próxima a Sotomayor. Al leer el contundente informe de Dauxá, comprobaron que, efectivamente, la motivación de la renuncia de D. Pedro era esa e impresionados por la gravedad del caso y las funestas consecuencias que podrían derivarse para el Prior Sotomayor, de no seguir las indicaciones médicas de vida relajada que contenía el informe, prácticamente tomaron la decisión de aceptar la renuncia de D. Pedro, cuando terminaron de leer su contenido, sin más, ni nuevas consideraciones.
Y paso ya a pedirle, querido plumilla –me dice D. Cosme- que incluya usted en la crónica la literalidad del escrito de renuncia al cargo de Prior de la Orden de Calatrava y de su Sacro Convento, que D. Pedro Álvarez y Sotomayor envió al Consejo de las Ordenes, el día 28 de febrero de 1816, solo cinco días después de tener en sus manos el informe del galeno Dauxá; informe este que, naturalmente, anexó a su relato, como aval médico de su petición.
Es interesante leerlo, tanto por la brillantez expositiva, como por como lo expone, en aras a reforzar las posibilidades de éxito en sus pretensiones, pero también –sigue D. Cosme- porque es el último escrito importante que se conserva de D. Pedro Álvarez de Sotomayor. Así que, sin más dilación, vayamos a ello:
M.P.S. Frei don Pedro Álvarez de Sotomaior del Havito de Calatrava, presidente del sacro convento de su Orden, a V.A. hace presente:
“Que con fecha de cinco de agosto hizo renuncia a la presidencia de su sacro convento, la que reiteró en beinte y cinco de octubre del año catorce en virtud de haverle S.M., a consulta del Consejo, conferido la dignidad de prior, fundando su modo de proceder en los pocos conocimientos con que se hallaba para desempeñar tan delicado encargo como igualmente en la falta que hacía en su parroquia en la que podía hacer grandes servicios por las circunstancias del tiempo: hizo varios recursos recordando su pretensión sin que tuviera contestación alguna; en dos de octubre, viendo ser la voluntad del Consejo el que sirviese dicho empleo, acudí diciendo se había de sacar el título, resignándome a seguir y cumplir mi destino, conformándome con la voluntad del Consejo en prueba de mi sumisión y respeto. Se me contestó con fecha 17 del mismo lo sacase y cumpliese, sin embargo, de estar al recibo de esta orden con principios de una enfermedad, di las órdenes convenientes a el intento y se libró el correspondiente título con fecha 22 de noviembre: en este tiempo se había graduado ya mi enfermedad hasta los términos que expresa la adjunta certificación y de resultas mis fuerzas se an disminuido considerablemente, estando amenazado, si me entrego a el trabajo, a un ataque de maior consideración”. “El interés de la Orden pide, para su nuevo establecimiento y organización, un hombre ágil, robusto y que pueda entregarse a un trabajo el más activo en cuia virtud me veo en la urgente necesidad de acudir de nuebo a V.A. haciendo formal renuncia de dicho empleo, como lo hago por ésta, reproduciendo las anteriores y causas impulsivas que a ello me movieron, no dudando se me admitirá atendida la justificación del tribunal”. Dios guarde a V.A. muchos años. Manzanares, 27 de febrero de 1816. Pedro Álvarez de Sotomayor.
En este escrito, me dice D. Cosme, Sotomayor recuerda, con sutil estrategia, al Tribunal sus anteriores peticiones de renuncia, asumiendo con disciplina las decisiones negativas previas del Consejo, en muestra de sumisión, respeto y obediencia, para, sin solución de continuidad, plantear nueva renuncia, basándola no en su voluntad, sino en un informe médico, en el que se deja claro que la enfermedad es sobrevenida al exceso de trabajo y que, esos males, se agravaron sobre todo tras añadir las tareas del Priorato de Calatrava. Poco argumento quedaba a los más reticentes del Tribunal de la Orden que juzgó el caso, para negarse de nuevo a la petición de renuncia de Frey Sotomayor.
El 1 de marzo de 1816 se reunió el Consejo de Ordenes para tratar este escrito de Frey Sotomayor, redactando un extenso documento que remitieron al Rey Fernando VII a fecha 8 de marzo de 1816, proponiéndole aceptase la renuncia de D. Pedro. Decían, entre otras cosas, que “…el citado Álvarez de Sotomayor se excusó diferentes veces a la admisión de este nuevo cargo, pero como entonces sólo alegó como fundamento no hallarse asistido de los conocimientos necesarios para su desempeño, creyó el Consejo que dicha resistencia nacía de su mucha moderación y como por otra parte tenía el tribunal repetidas pruebas de la sólida instrucción, celo y actividad, que concurren en su persona y son tan precisas esas circunstancias en un prelado, no lo estimó suficiente para admitir ni proponer su exoneración. Ahora, ha repetido su renuncia porque de resultas de enfermedades que ha padecido, le consideran los facultativos, habitualmente achacoso, prohibiéndole, en consecuencia, el que se entregue a un trabajo activo. El sacro convento de Calatrava necesita un prior que a las prendas de virtud, ciencia y conducta ejemplar reúna la robustez de su persona, a fin de que pueda entregarse con constancia al desempeño de sus deberes, que son tanto mayores en el día, cuanto se está tratando de la reunión de aquella comunidad y de la cabeza de ella depende de la reparación de los males que ha padecido durante la guerra”. En conclusión, el Consejo pedía al Rey, ”se sirva admitirle la renuncia que ha hecho del expresado Priorato”.
El Rey, aceptó la petición del Consejo, y la comunicó a Frey Sotomayor de esta manera:
“Conformándose S.M. con lo propuesto por el Consejo en consulta del 8 del actual, se ha servido admitir a V.S. la renuncia de la dignidad de prior del sacro convento de Calatrava que formalizó ante S.A. en 27 de febrero último y de orden del propio tribunal se lo participo para su inteligencia. Dios guarde a V. S. muchos años. Madrid, 28 de marzo de 1816. Señor frey D. Pedro Álvarez de Sotomayor, Manzanares.
Cuando el insigne Prior de la villa de Manzanares de La Mancha, D. Pedro Álvarez de Sotomayor, tuvo en sus manos esta resolución, al final de marzo de 1816, un suspiro de alivio y satisfacción personal debió recorrer su ánimo. Su gran anhelo, terminar sus días y su vida en nuestra villa, con la única tarea eclesial de ser Párroco y Pastor de la feligresía manzanareña, estaba conseguido. Dio gracias a Dios, rezó mucho y descansó esa noche en su lecho de la casa del curato de la calle de las Trompas, como pocas veces lo había hecho en los últimos años.