“Nos toca ahora, mi querido reportero, hablar, ni más ni menos, de los primeros tiempos de un Templo histórico… aquellos que ocuparon, desde su inicio a su fin, todo este siglo XVII que aquí recordamos, referidos a este pueblo, lleno de historia e historias, que es Manzanares”… “Claro es, amigo mío -sigue Don Cosme su discurso- que me estoy refiriendo, al hilo de lo que acabamos de contar en el relato precedente, a la primera ermita nacida en Manzanares en ese siglo XVII”… la “Ermita de la Vera Cruz”, que, como también va de dicho, “nació” en los albores de esa centuria, concretamente en el año de 1603, y que, a diferencia de la Ermita de San Isidro, ha pervivido hasta la actualidad, no sin grandes dificultades y avatares, a los muchos vientos del tiempo y de la historia”….
“Y, yendo a esos “vientos de la historia”, que explican casi todo lo que luego sucede, quiero comentarle ahora, –continua D. Cosme- que el culto y la creación de Ermitas y Templos dedicados a la “Santa Cruz” viene de tiempos muy pretéritos” … “La veneración a la “Santa Cruz”, sigue Don Cosme con tono solemne, en la que “Jesús el Nazareno” dio su vida en nombre de toda la humanidad, parte del momento en que esa Cruz de madera, que sustentó el cuerpo crucificado y agonizante del Salvador, fue descubierta, casualmente, en tiempos de Santa Elena, madre del glorioso Emperador Constantino, en unas excavaciones hechas en el Monte Calvario”.
“Ello dio pie, en todo el pueblo cristiano, a dedicarle, a esta “Santa Cruz”, humilladeros, ermitas y templos en muchas ciudades y villas del Mundo, donde, en algunas de ellas, y siempre en el friso de lo legendario, se exhiben, supuestos fragmentos de esa “Santa Cruz”. “En el Reyno de España, fue la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, la que nos trajo este culto y veneración a la “Santa Cruz” y, España, como en tantas otras muchas cosas del ritualismo cristiano, destacó enseguida en ese empeño”.
“En particular, y relacionado con este culto a la “Santa Cruz”, en Manzanares, surgieron unos cuantos humilladeros en distintos puntos del poblado y, en los tiempos de la gran expansión urbana de la villa, en el Siglo XVI, entre ellos: el de la “Cruz del Pósito”, el de la “Santa Cruz del Toledillo”, el de la “Santa Cruz Verde”, el de la “Santa Cruz de Caravaca”, y, el más importante de todos ellos, el de la “SANTA VERA CRUZ” …
“La Ermita de la Vera Cruz, “nació”, por tanto, sigue Don Cosme, como un pequeño humilladero, allá por el siglo XVI, antes de conformarse como tal ermita a primeros del siglo XVII”. “De hecho, en la ermita actual, es posible apreciar todavía, en su “pililla del agua bendita», la fecha de 1553, lo que indica, de una manera fehaciente, que ese humilladero iniciático existía, por lo menos, desde la mitad del precedente siglo XVI”. “Para transformar el humilladero en Ermita, se iniciaron las obras pertinentes en el año 1.598 y, éstas obras, se prolongaron durante una década, hasta el año de 1.608, quedando terminada, así, una pequeña y coqueta ermita, entonces limitada al espacio de lo que es su actual crucero, que estaba constituida, en resumen, por: una sencilla nave central, con la techumbre de madera, sustentada con vigas sobre columnas de piedra” … “Esta nave, daba paso a una nave lateral más pequeña”.
“En la pequeña espadaña de esta primigenia Ermita de la Vera Cruz de la villa de Manzanares, prosigue Don Cosme su relato, se instalaron dos campanas, que estaban dedicadas a la Madre de Dios y a San Pedro y San Pablo, con las que se llamaba a misa”. “Su sencilla fachada y su puerta daban a la calle San Antón, enfrentadas a la plazuela y a la Ermita del mismo nombre, que había sido construida unos años antes en ese entorno de nuestra villa”. “La Ermita no tenía acceso entonces por la calle Ancha, ya que existía una vivienda interpuesta entre el lateral de la nueva ermita y la citada calle Ancha”. “La Ermita de la Vera Cruz de Manzanares, se dio por inaugurada en el año de gracia de 1603, antes de estar terminada, ya que, en febrero de ese año, fue bendecida por don Melchor Vera, obispo titular de Troya y sufragáneo del Arzobispado de Toledo”.
“Esta pequeña capilla inicial de la Vera Cruz, contenía en su interior, y en resumen: “Un presbiterio alto, a manera de un montículo, que “recordaba” al Monte Calvario, con el “Santísimo Cristo de la Vera Cruz” en el altar. Imagen, ésta, que, según se cuenta, era una sencilla y bella escultura de “Jesús Crucificado”, que poseía, en aquel tiempo, dos velos negros, colocados por delante, como ornamentos de adorno”. “Este Cristo de la Vera-Cruz, era muy devocionado en la villa por entonces y, como va dicho, ocupaba el altar principal de la primitiva ermita, quedaba a la vista desde la puerta y, cuando ésta estaba abierta, se podía venerar sin entrar a la ermita”.
“No tenemos noticia documentada acerca de la construcción de la primitiva imagen de “Nuestro Padre Jesús”, “Cristo Arrodillado”, “Santo Cristo del Perdón” o “Cristo con la Cruz a Cuestas”, nombres como fue conocida, en sus orígenes, esta bellísima imagen, que se instaló y se enseñoreó, desde el final de su construcción, en el año de gracia de 1608, en esta Ermita de la Vera Cruz y que estaría llamada a ser, dos siglos después de ser esculpida, gran protagonista de un episodio histórico y singular, en la grande y singular historia de Manzanares siendo, entre otras razones, por este episodio, nombrado Patrón de este glorioso pueblo”, “pero todo lo relacionado con esta histórica imagen, con ser muy trascendente y relevante, habrá de ser objeto de otros relatos y no de este, pues tiene, precisamente por eso, suficiente enjundia como para ser tratado, de manera específica, en un diserto posterior, asevera Don Cosme” .
“Quepa decir, solamente y por el momento, que la devoción a esta imagen del actual “Patrono de Manzanares”, se hizo enseguida tan marcada y relevante, que dio lugar, por un lado, a la constitución de la Cofradía más importante que habría de tener este pueblo, la Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Perdón, fundada todavía en ese siglo XVII, concretamente en 1690 y, por otra parte, dar motivo a que, a esta “Ermita de la Vera Cruz” se la conozca mucho más, en este nuestro pueblo, como: “Ermita de Nuestro Padre Jesús del Perdón”, en lugar del que es su verdadero nombre” y, sigue D. Cosme: “Quizá, o en gran medida, por este fenómeno devocional del pueblo de Manzanares a su “Cristo Arrodillado”, enseguida se advirtió la insuficiencia de la pequeña Ermita, recién creada, para el mantenimiento del creciente culto de las gentes de la villa a su cada vez más venerada imagen y no se sabe bien si, de manera espontánea o a petición de las autoridades eclesiales y locales, la noble y cristiana familia de los Quesada, que ya había sido protagonista de numerosas donaciones, eventos y construcciones, que tuvieron que ver con edificios religiosos de la villa (muy en particular con el mecenazgo del Convento de las Monjas Franciscanas), tuvo, de nuevo, la generosidad de donar, en este caso, una parte de su “Casa del Mayorazgo”, colindante con la Ermita, para ampliar el tamaño de esta y su capacidad de acogida”.
“Todo esto sucedió, también en este Siglo XVII, en el año de gracia de 1653 y, también por eso mismo, lo contamos aquí”. “En contrapartida, los Quesada adquirieron el privilegio de abrir una ventana en la pared de su casa que daba a la parte donada a la Ermita de la Vera Cruz, a través de la cual tenían acceso permanente a cualquiera de los cultos que allí se mantuvieran, así como la posibilidad de contemplar, u orar, en cualquier momento, ante el “Cristo Arrodillado” de la villa de Manzanares”…
“Y, es ya buen momento, dice Don Cosme de dar por finiquitado el contenido de este relato, acerca de los más importantes aconteceres en la historia de la “Ermita de la Vera Cruz” de la villa de Manzanares durante el Siglo XVII, que fueron y serán, por la historia, y para la historia, de este glorioso pueblo, sin duda, los más importantes, ya que este siglo acogió, en su temporalidad, el propio nacimiento de la Ermita, la llegada a su interior de la imagen más icónica de este pueblo y la fundación de su Cofradía. Pero estos últimos aspectos, dan más que suficiente, para ser considerados en ulteriores relatos que, este, ya fue de bastante”
Pedro Villarroel González-Elipe