¿Qué tienes tú?

Crónica de una procesión en los albores del Viernes Santo

¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?

¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,

que a mi puerta cubierto de rocío

pasas las noches del invierno oscuras?

¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras

pues no te abría! ¡Qué extraño desvarío

si de mi ingratitud el hielo frío

secó las llagas de tus plantas puras!

¡Cuántas veces el Ángel me decía:

«Alma, asómate agora a la ventana,

verás con cuánto amor llamar porfía!»

¡Y cuántas, hermosura soberana,

«Mañana le abriremos», respondía,

para lo mismo responder mañana!

Félix Lope de Vega

Esa madrugada, recién estrenado el Viernes Santo, el nazareno, contempla a nuestro Nazareno del Perdón y recuerda con nostalgia este soneto que un día, junto a su padre terrenal, repitió varias veces y grabó en su corazón. Y se atreve a volver la oración por pasiva y preguntarle a Él, qué tiene para ser tan querido de todos los manzanareños.

Cuando, sobre las cero horas y treinta minutos, se abre la puerta de la Ermita, el nazareno, puede contemplar la imagen indescriptible y esos ojos, fijos en su Señor, en su mirada misericordiosa, de todos y cada uno de los que aguardan, unos para recoger los atributos de los sitios, otros, los más, para darle las buenas noches y volverse a su sitio en la fila o en esa riada humana que camina detrás de Nuestro Padre Jesús del Perdón en su segunda caída camino del Calvario y, delante del resto de las carrozas que desfilaron esa noche, con la novedad de esa hermosa y adecentada, muy requetebién, que albergó, por primera vez, el conjunto, precioso, de ese relicario, denominado Lignum Crucis o pequeña astilla de la Verdadera Cruz de Nuestro Señor Jesucristo, que un hermano ha donado y se ha preocupado de obtener su certificado de autenticidad y, no solo eso, sino que aprovechando algunos de los objetos de nuestra cripta-museo que se han restaurado por orfebre cordobés, ha compuesto un conjunto realmente bello, que se pudo contemplar, por primera vez, en la calle y sobre su carroza, que desde la Hermandad hemos de agradecer.

Fue una noche de comienzos de primavera, una buena noche en la que recreaba el paseo y en la que cientos de personas, detrás de la carroza de Jesús del Perdón, componían esa multitud que, cada año, acude a la cita que tiene con su Señor, para cumplir la promesa hecha, quizás a muchos kilómetros de Manzanares, en donde sabe que el Señor de los manzanareños le está escuchando y le ayudará si ello es bueno para él o ella o para aquel o aquella por quien está pidiendo. O quizás para esa “empresa” que va a acometer y pensando en la cual le solicita ayuda y consejo.

Una noche, en la que, al ritmo de la música, el nazareno o nazarena, al igual que los penitentes sin túnica, procura abstraerse de lo que lo rodea y rezar o hablar interiormente con Él, para contarle sus cosas, para agradecerle e incluso para reprocharle o quizás para pedirle otra vez y darle gracias de nuevo. No. No es muy larga la procesión. Algo más de dos horas en la calle, que ha quedado francamente estupenda para pasear esa noche, para contemplar, para emocionarse, para llorar detrás del capillo, para contemplar a esa persona que está en la acera, a la que quizás se le abre la boca porque ha madrugado ese jueves, pero que no ha querido perderse el paso de sus imágenes, que una vez más, este año con un tiempo demasiado generoso, han salido a la calle para hacerse presentes entre sus hijos de Manzanares y, como si la madera pudiera escuchar, han pegado el oído a esos corazones y les han transmitido un soplo de esperanza o un aliento en sus dolores o un consuelo en sus tristezas o, simplemente, le han recordado al nazareno y a tantos otros y otras, que Él vino al mundo para hacernos más humanos, más generosos, más dispuestos a perdonar y compartir, más personas de bien y menos rencorosos.

Que vino a hacerse uno de los nuestros, para quedarse a nuestro lado y pasear por nuestras calles y esperarnos en su Ermita y darnos su bendición constante. Bendito sea Nuestro Padre Jesús del Perdón.

Terminamos en Pascua y, por eso, queremos transmitiros toda nuestra alegría pascual con: VERDADERAMENTE HA RESUCITADO EL SEÑOR ¡ALELUYA HERMANOS Y HERMANAS DE MANZANARES! SED FELICES Y QUE SE NOTE EN VUESTRAS CARAS Y EN VUESTRO MODO DE VIVIR QUE CRISTO VIVE.

Las fotos han sido obtenidas, casi todas, en las redes sociales. Nuestro agradecimiento.

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