Recibe, Señor, nuestras debilidades y flaquezas.
Conviértelas en fortalezas.
Recibe, nuestros temores y nuestros miedos,
porque, aunque taconeamos por la vida,
nos estremecemos ante el informe médico,
que pone en duda nuestra salud.
Transforma, Señor, nuestros miedos en confianza.
Recibe nuestra pobreza y nuestra indigencia
Transfórmalas en riqueza
Recibe los lamentos, las quejas,
que vamos dando por la vida y
conviértelas en una alabanza agradecida.
Recibe los sufrimientos y dolores
nuestros y de nuestras familias.
Señor, que tengamos un poco de gozo, de paz, de alegría.
Recibe nuestros agobios, nuestros apuros
cuando nos llega el agua al cuello
y transfórmalos en serenidad agradecida.
Recibe nuestros cansancios y desalientos.
Recibe las quejas, de los que dicen “ya no puedo más”
Transfórmalos, Señor, en descanso
Conviértelos en sosiego.
Recibe nuestro silencio, nuestro mutismo,
cuando, a veces, no podemos, ni nos salen las palabras.
Transfórmalos en un diálogo fraterno
para buscar la verdad.
Recibe las torpezas, con las que actuamos, a veces,
en la familia, con los que queremos y
transfórmalas, Señor, en ternura.
Recibe nuestros enfados, nuestras iras.
Conviértelos en paciencia.
Recibe nuestras crisis, nuestras oscuridades,
transfórmalas, Señor, en crecimiento, en luz.
Recibe nuestras heridas y cicatrices,
los resabios que la vida nos ha ido dejando
y transfórmalos en crecimiento y manantial de vida.
Recibe nuestro barro. Las faltas de nuestro pueblo
y haz de nosotros una vasija nueva. Un pueblo nuevo.
Recibe las oscuridades.
Cuando no vemos nada y todo se nos hace de noche.
Que Tú seas nuestra luz.
Tú también pasaste por esos momentos de oscuridad:
“Mi alma, está triste hasta la muerte”
Recibe nuestros desánimos y cansancios
nuestro no querer tirar del carro.
Transfórmalos, Señor, en una fe confiada
que contigo y detrás de Ti,
sigue llevando la Cruz.
Recibe nuestra amargura,
nuestros momentos de tristeza y desolación.
Transfórmalos en paz.
Recibe la soledad
de los que, a veces, están juntos y en compañía.
Transfórmala en unión y cercanía.
Recibe, Señor, nuestras enfermedades,
las enfermedades de los hijos e hijas de nuestro pueblo,
de los que dicen “esto no va a tener solución”
cuando se traspasan esos umbrales
y se camina por esas cañadas oscuras de la vida
sin ir cogidos de tu mano.
Transforma, Señor, nuestras enfermedades en salud,
y recibe nuestra muerte cuando llegue.
Transfórmala en vida eterna.
Como nuestros antepasados,
ya ves que, aquí estamos nosotros
poniendo nuestro pueblo bajo tu patrocinio.
A TUS PLANTAS CONTINUAMOS.
NO NOS ABANDONES.